miércoles, 13 de octubre de 2010

Una espiral caótica: mi vida.

La verdad es que nunca antes me había parado a pensar con que palabra definiría mi vida.
Un espiral caótica.
Suena bien.
Raro, pero bien.
Más o menos como yo.

Resulta, que no soy más que un mar de contradicciones.
La música es mi pasión, pero me moriría del miedo al tan sólo poner un pie en un escenario.
Se podría decir que lo mío es el rock and roll, sobre todo el de los 80, pero jamás podría llevar el estilo de vida que representa.
Mi deseo frustrado, saber tocar una guitarra. Ser capaz de con tan sólo las yemas de mis dedos conseguir hacer estremecer a miles de personas como Mark Knopler, Journey o Aerosmith hacen conmigo cada día. Haber escrito la canción que hace girar la vida de una persona en los malos momentos, la que te da ánimos en un día de lluvia, o la que te hace llorar en esos momentos en los que no sientes más que soledad. Haber escrito esa canción con la que dos enamorados se conocieron, o esa que hace que al sonar dos personas se dirijan una mirada llena de la más profunda complicidad.
Hacer estremecer a más de 80.000 personas con tan sólo mi entrada en un escenario, como hace U2 en cada uno de sus conciertos, o ser capaz de envolverlas en otra atmósfera, como en un sueño, al más puro estilo de Coldplay. 

Mi otro mundo, escribir, contar historias. Poder hacer llorar a alguien de nostalgia o de alegria con tan sólo mis palabras.
Pero sabéis que?
Voy a ser médico. No me imagino trabajando de otra cosa en la vida.
Supongo que lo antes mencionado queda rebajado a la simple categoría de sueños, de esos que sabes que son pura fantasía.

Soy responsable, sé lo que tengo que hacer y simplemente lo hago.
Amo la fiesta. Salir con mi gente y darlo todo en una canción al ritmo de una guitarra.
También bebo, pero nunca en la vida podía coger una borrachera, mi organismo no me lo permite.
Mi sentido común tampoco.
Soy exigente conmigo misma, odio la sensación de poder haber hecho algo mejor cuando ya es demasiado tarde.
Me encanta reír, y confío ciegamente en los míos, por eso mis amigos son pocos. Nunca me han dado seguridad los grupos grandes, en ellos es muy fácil perderse.
Odio las decepciones, es casi lo que más odio en el mundo junto con la mentira y a la gente que daña a otros porque sí, porque necesitan hacerse notar.
A lo largo de mi vida he sufrido bastantes decepciones: algunas pequeñas, otras abismales.

No tengo amigas. 
Bueno, mentira, las tengo, son 4.
No las veo todos los días, y pueden pasar semanas y hasta meses sin hablarnos, pero sabeis una cosa?
Aun con las distancias y con nuestros diferentes caminos, siempre hemos estado ahí.
Por eso las quiero. Son las únicas personas en mi vida con las que he podido contar en todo momento. Aunque bueno, no las únicas, luego lo explicaré.
Os he dicho que no tengo amigas. No tengo amigas en el colegio.
No penséis que soy asocial o una marginada, para nada, siempre tengo gente a mi alrededor.
Ellas son...
Yo soy diferente.
Mire a donde mire todas las chicas que veo a mi alrededor se dividen en dos grupos:
el primero, es el de aquellas chicas que no piensan más que en llevar una vida de película americana, aquellas que necesitan llamar la atención a toda hora con risas escandalosas, que necesitan tener miles de comentarios de chicos que no han conocido más que por el tuenti, o aquellas que aun teniendo un novio que las quiera de verdad, no pueden resistir la tentación de ir buscando a otro al que poder calentar y que al día siguiente las agregue al tuenti.
El segundo, son conocidas. Las chicas que te caen bien, con las que hablas día a día, sales alguna vez, pero en el fondo no consideras como amigas.
Yo me considero como un grupo aparte: responsable, alocada, con ganas de pasármelo bien, pero sobre todo, con sentido común.

                                              Yo tengo amigos.
Y le tengo a él. Llevamos casi dos años. Era mi mejor amigo desde los 11. Nos conocíamos desde los 4. Ya no es mi novio, es mi mitad.
Hasta que le conocí mi vida era un completo caos, aunque estable a su manera: buenas notas, sin problemas, pero con una marea de gente entrando y saliendo de mi vida constantemente.
Él me ha dado seguridad en mí misma, me ha dado estabilidad, me ha dado una persona con la que contar, y sobre todo, una persona con la que querer compartir el resto de mi vida.
Somos un volcán y un mundo en las nubes todo junto. Puede sonar extraño, no sería la primera vez.

Y en la actual espiral de mi vida: el curso infernal, la típica duda del por qué no encajo en ninguna parte, la expectativa de un viaje que puede ser el mejor de mi vida o el peor de la historia, la incertidumbre de la posibilidad de tener una amiga más, una nueva pequeña decepción con el mundo que derramó las primeras lágrimas en mucho tiempo, y un nuevo proyecto del que nadie sabe absolutamente nada.
Éste.





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Sueños por cumplir