Pero un día sin previo aviso, a la bailarina se le acabó la cuerda, dejó de bailar, la música cesó, y la caja se cerró con llave tragándose para si misma todos los sueños que podía imaginar.
Probé con todas las llaves que pude encontrar, incluso con aquellas que sabía eran demasiado grandes como para encajar. No dio resultado.

Sin embargo, durante una milésima de segundo un olor dulce, caliente, conocido, inundó mi habitación, un olor que alborotó hasta la más mínima fibra de mi ser, un olor que se apoderó de mi espíritu arrancándome la más profunda de las sonrisas.
Y entonces, la caja se abrió de nuevo, la música volvió a sonar, la bailarina siguió girando, y los sueños, otra vez al alcance de mi mano, a tan sólo un salto de distancia, y a veces, a simplemente una sonrisa.
Que boniito!
ResponderEliminarwww.vamosafumarnos-la-ciudad.blogspot.com
Pasate! :)