Desde siempre, todos y cada uno de nosotros hemos buscado a nuestra otra mitad, ese yo complementario que hace la realidad algo más soportable, esa persona que hace que la vida destiña, que aparezcan puntos de color sobre ese fondo grisáceo, a veces hasta negro.
Hacer que la vida de otra persona sea soportable es fácil, basta con escuchar y emitir palabras de consuelo de vez en cuando. Lo realmente difícil es transformar esa oscuridad en un abismo de luz y color, reducir los problemas a despreocupación y alegría, ahí está la magia.
Encontrar a alguien que te alivie la vida es fácil, en todas partes hay gente experta en dar consuelo, es gente sustituible, que viene y va, pero cuando encuentras a esa persona que convierte el abismo en color todo cambia.
Te vuelves incapaz de renunciar a ella, y con el tiempo aprendes a soportar sus manías, a veces hasta a comprenderlas.
Aprendes que hay veces que merece la pena sufrir por algo, que no todo lo realmente perfecto tiene por que parecerlo a primera vista.
Es esa persona por la que merece la pena llorar, gritar y sufrir lo que haga falta, una conexión inexplicable, una especie de dependencia, una razón inexplicable que hace que seas incapaz de decir adiós.
Encontrar a alguien que te alivie la vida es fácil, en todas partes hay gente experta en dar consuelo, es gente sustituible, que viene y va, pero cuando encuentras a esa persona que convierte el abismo en color todo cambia.
Te vuelves incapaz de renunciar a ella, y con el tiempo aprendes a soportar sus manías, a veces hasta a comprenderlas.
Aprendes que hay veces que merece la pena sufrir por algo, que no todo lo realmente perfecto tiene por que parecerlo a primera vista.
Es esa persona por la que merece la pena llorar, gritar y sufrir lo que haga falta, una conexión inexplicable, una especie de dependencia, una razón inexplicable que hace que seas incapaz de decir adiós.
Supongo que es ahí donde está la magia, en el hecho de saber que nada es lo suficientemente grande como para hacerte renunciar a esa persona, el hecho de saber que esa sensación inexplicable que te aporta es única, y que por ella merece la pena cualquier cosa.
Es la magia de lo ilógico, de todo lo irracional, esas cosas que sólo se manifiestan de vez en cuando en forma de alegría, calma, paz, felicidad, el llorar de felicidad por tan sólo una mirada, el entenderse sin hablar, esos sentimientos que sólo pueden entenderse con una mirada, para los que no hay palabras.
Es la magia de lo ilógico, de todo lo irracional, esas cosas que sólo se manifiestan de vez en cuando en forma de alegría, calma, paz, felicidad, el llorar de felicidad por tan sólo una mirada, el entenderse sin hablar, esos sentimientos que sólo pueden entenderse con una mirada, para los que no hay palabras.